Tecleo esta colaboración para el diario La Opinión de Málaga desde una de las zonas devastadas por el terremoto de Marruecos del 8 de septiembre de 2023. Aquel seísmo se produjo poco antes de la media noche, alcanzando el grado 7 en la escala Richter, afectando a varias provincias cercanas a la ciudad de Marrakech (el epicentro del terremoto se ubicó a unos 70 km de ésta). Las provincias de Al Haouz, Taroudant, Chichaua, Ouarzazate y Marrakech fueron las más afectadas, el número de personas fallecidas se estimó en más de 3.000, decenas de edificios, viviendas, escuelas, etc quedaron derruidas.
Pocos días después, el Ayuntamiento de Málaga convocó la Mesa de Emergencias, en la cual participan diversas instituciones, para ver como desde la ciudad de Málaga se podía colaborar ante este desastre. En este foro se decidió dar apoyo al proyecto ‘Atención y protección a la infancia y a las familias más afectadas por el terremoto de Marruecos en la provincia de El Hauz’. Este proyecto es fruto de la colaboración de tres entidades malagueñas Prodiversa – Progreso y Diversidad, la Asociación Cooperación y Desarrollo con el Norte de África (CODENAF) y la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes de Málaga, contando con la financiación económica del propio Ayuntamiento de Málaga y el apoyo de la asociación local Fondation Orient-Occident.
Decidimos actuar en la provincia de El Hauz, específicamente en aldeas como Imi Nougerzi, Dogouj o Tinmel, una de las zonas más afectadas por el terremoto. Allí, poblaciones enteras quedaron totalmente bajo los escombros y donde muchas familias siguen viviendo en tiendas de campaña o en contenedores.
A través de este proyecto malagueño cientos de familias y, principalmente, niños y niñas han podido mitigar algo del sufrimiento producido por el desastre natural. Se han desarrollado actividades de sanación a través de caravanas de apoyo psicosocial, se han donado kits de primeras necesidades (vestimenta, productos de higiene, etc.), la habilitación de aseos para cubrir de manera colectiva las necesidades de saneamiento, ducha y para garantizar la educación se han adaptado contenedores modulares como escuela y también se están desarrollado actividades lúdicas y culturales para los niños y niñas de la zona, entre otras actuaciones.
Y aunque queda mucho por hacer, estamos ante un claro ejemplo de la solidaridad del pueblo malagueño y del ‘músculo’ de la cooperación malagueña en el mundo y deberíamos sentir orgullo de ello, y podemos afirmarlo desde Prodiversa que llevamos casi 30 años liderando proyectos de cooperación al desarrollo. Pese a los discursos de odio de parte del espectro político y mediático al que asistimos, la sociedad malagueña y española, en general, somos garantes de esa solidaridad con quien más lo necesita.