“Nacemos y vemos violencia, todos los días vemos violencia, hay violencia en mi día a día… Eso no lo podemos cambiar” aseguraba una de las chicas de Secundaria que participa en el programa Caixa Proinfancia de Palma-Palmilla. Comenzaban las actividades para celebrar el Día de la No Violencia y la Paz con las chicas y chicos de Secundaria y, dentro del debate que generó el equipo educativo, se expresaban todo tipo de posturas.
“¿La violencia se puede dividir en niveles?”, preguntaba la educadora tras una dinámica en la que analizaban diferentes imágenes y se le adjudicaba una tarjeta amarilla, naranja o roja en función del nivel de violencia. “Es que violencia no debería haber”, replicaba tajante la chica.
A unas decenas de metros de allí, el alumnado de Primaria del programa financiado por Fundación La Caixa, trabajaba el día de la Paz en dos líneas. Por un lado, mediante actividades colaborativas y lúdicas con contenidos y mensajes que sensibilizan y conciencian en valores destinados a mejorar la convivencia y el diálogo y erradicar conductas violentas de todo tipo. Por otro, a través de la inteligencia emocional, el trabajo con y desde las emociones:
– ¿Cómo te sentiste?
– Asustado… No, triste… Ummm…
– ¿Triste o asustado? No es lo mismo…
– Ummmmm… Creo que triste
Porque cuando hablamos de Educar, lo entendemos de una manera más compleja y poliédrica y no siempre es fácil identificar correctamente las emociones en ciertos momentos de nuestra vida. Educar no solo es transmitir conocimientos de lengua, historia o matemáticas, o aprender técnicas o metodologías de estudio. El desarrollo de las personas, y más en etapas escolares, debe incluir otros aspectos, como el de la inteligencia emocional. Y esta es una ‘asignatura’ obligatoria para las educadoras de Palma-Palmilla y más de cara al Día de la No Violencia y la Paz.
“Yo quisiera que, por lo menos, un día a la semana habláramos de estos temas, de la paz y la violencia”, insistía la chica de secundaria a medida que evolucionaba el debate. A su vez, otros compañeros catalogaban como “normal, porque pasa mucho” los episodios de violencia o consideraban que “estamos acostumbrados” a ciertos incidentes que se viven en el barrio, señalando especialmente el ocurrido entre el 31 de diciembre y el 1 de enero. “Ya mismo se compran un tanque”, apuntaba otro de los chicos con cierta sorna mientras proseguían las reflexiones.
“Pero vosotras y vosotros sois el futuro del barrio”, insistían las educadoras/es, tras ayudar a identificar todo tipo de violencias: física, psicológica, estructural como en la discriminación por etnia o identidad sexual, contra los animales… Un debate que, poco a poco, arrojaba luz a los malos presagios iniciales y abría una puerta a la esperanza: “A lo mejor, si todas las personas ponen su granito de arena, sí que se puede cambiar” concedía finalmente la chica.