Artículo publicado en colaboración con el periódico La Opinión de Málaga (click aquí).
Por Salvador Ruiz Moreno, educador de la ONG Prodiversa – Progreso y Diversidad.
En áreas de Palma Palmilla, donde muchas familias afrontan el día a día desde la incertidumbre económica o la vulnerabilidad social, el verano puede convertirse en una época especialmente difícil. Sin recursos para acceder a campamentos privados o actividades de ocio, muchos niños y niñas corren el riesgo de pasar el verano sin estímulos, sin compañía, sin oportunidades.
Por ello, las colonias urbanas que ofrecemos en Prodiversa- Progreso y Diversidad, son muchos más que un campamento de verano. Son espacios de cuidado, juego, aprendizaje y un refugio donde la infancia sigue creciendo y explorando.
Estas colonias no sólo llenan los días de verano con risas, talleres y excursiones. Llenan los corazones de experiencias que marcan para siempre. Porque para muchos de estos niños y niñas, ir por primera vez al cine, escalar en un rocódromo, ir a un parque acuático o aprender robótica es algo que nunca antes habían podido vivir. Y lo hacen rodeados de personas que los miran con respeto, con ternura, con reconocimiento.
Estas colonias forman parte del programa CaixaProinfancia de Fundación “la Caixa”, siendo una continuidad de nuestro trabajo durante el curso: refuerzo educativo, logopedia o centro abierto porque no podemos permitir que el verano se convierta en una pausa para su desarrollo.
Aquí, cada actividad está pensada con un propósito: acortar la brecha educativa, fomentar la inclusión, facilitar la conciliación familiar, y sobre todo, cuidar el bienestar emocional de los niños y niñas. Porque sabemos que cuando un menor se siente visto, acompañado y valorado, florece. Y florecer, en contextos de dificultad, es un acto de resistencia y esperanza.
Hemos trabajado la prevención de la violencia en la infancia y la adolescencia con un proyecto que desarrollamos junto a la Consejería de Inclusión Social de la Junta de Andalucía. Como colofón, los menores prepararon una obra de teatro de calle para sensibilizar sobre esta realidad. Verlos actuar, alzar la voz, expresarse con tanta fuerza y emoción… fue uno de esos momentos que no se olvidan.
Las colonias urbanas no son un lujo, ni un extra. Son una necesidad. Son una herramienta real de transformación social en barrios donde la pobreza y la desigualdad estructural condicionan el presente de muchos niños y niñas. Pero son un espacio de encuentro, donde profesionales y menores comparten, aprenden y construyen comunidad.
Cabe destacar el papel fundamental que juega el voluntariado, que de manera desinteresada nos apoya en nuestra labor como educadores. Cuidan, quieren y respetan a los menores enseñándoles con un amor genuino, reconociendo sus fortalezas y haciéndoles sentir importantes, un gesto que los niños y niñas no olvidarán jamás.
Aquí la infancia no espera su turno. No es “el futuro”. Es el presente. Y tiene derecho.