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El espacio Málaga Solidaria de La Opinión de Málaga, que compartimos con Cruz Roja Málaga, Málaga Acoge, Arrabal e Incide, recogió el pasado 2 de octubre del 2022 el artículo de opinión de Carlos Alonso Sot, Técnico en Mediación Intercultural, Área de Acción Social en Prodiversa-progreso y diversidad. Puede consultar el artículo original aquí.

 

Refugiada, migrante y solicitante de asilo, son algunos términos que escuchamos en los últimos años con más frecuencia. Sin embargo, estas expresiones no reflejan todas las dimensiones que abarca a una persona que se traslada desde su país de origen.

Definámoslo: Refugiada, persona que ha tenido que huir de su país porque corre peligro de sufrir violaciones graves de derechos humanos y persecución.

Solicitante de asilo, persona que ha salido de su país y busca en otro, protección frente a la persecución y violaciones graves de derechos humanos, y no ha sido reconocida legalmente como refugiada, está en espera de que se tome una decisión sobre su solicitud de asilo.

Para el término migrante no existe una definición legal internacionalmente aceptada, la mayoría de las agencias y organizaciones entienden que son aquellas personas que están fuera de su país de origen y que no son ni solicitantes de asilo ni refugiadas. Algunas salen de su país porque quieren trabajar, estudiar o reunirse con su familia; otras se ven obligadas a marcharse debido a la pobreza, la inestabilidad política y laboral, desastres naturales u otras circunstancias graves.

Es importante entender que, aunque no huyen de la persecución, siguen teniendo derecho a la protección y al respeto de sus derechos humanos, con independencia de la condición que tengan en el país al que se han trasladado. Mientras que ese proceso de adaptación y construcción de una nueva vida, sumado al duelo migratorio por ese desarraigo, se desarrollan, muchas de estas personas sufren a diario el racismo, la xenofobia y la discriminación, algunas terminan sintiéndose solas y aisladas, sin redes de apoyo, comunidades, colegas, familias y amistades que la mayoría disfrutamos y forman parte de nuestras vidas.

En el día a día con estas personas, es donde descubrimos quién hay detrás de cada etiqueta, de ese documento temporal. La huella que queda en ellas tras su proceso migratorio, nos dará pistas de hacia dónde quieren ir, qué necesitan y cómo podemos acompañarlas a través de la acogida, su desarrollo e integración social y laboral en el país en el que se encuentran. Es así como detectamos en el plano sanitario, aspectos a mejorar, sobre todo en temas relacionados con la sensibilización acerca del proceso migratorio, legalidad y derechos de personas migrantes.

Necesitamos personas y profesionales que encarnen el compromiso, la dedicación y la humanidad que permitan dimensionar las consecuencias que un viaje de estas características conlleva para una persona, y por ende, desde esa sensibilidad, actuar en coherencia.